Los refugiados forzados a abandonar sus lugares de origen, se enfrentan también a la enfermedad y a la falta de medios.
Su situación no ha dejado de empeorar; y la expansión del Covid-19 en estos espacios de confinamiento, con grandes carencias de salubridad y condiciones de vida, no parece que vaya a mejorarla.
Esas condiciones dificultan el cumplimiento de cualquiera de las medidas recomendadas por la Organización Mundial de la Salud, donde la imposibilidad de distancia social o aislamiento, el limitado acceso al agua potable o productos sanitarios, las escasas condiciones sanitarias, y la falta de información convierte los campos de refugiados en un escenario dramático ante la llegada del coronavirus.
Por tanto la respuesta mundial ante la crisis del COVID-19 debe incluir a todas las personas y también a los refugiadas. La mayoría de ellos dependen de una cadena humanitaria, que se ha roto por diferentes puntos, dadas las limitaciones de movilidad y la situación de parálisis de muchos países.
Por ello Organismos internacionales y entidades sociales están desarrollando acciones preventivas para tratar de solventar dichas condiciones y la falta de medios combatir a dicha crisis sanitaria.